A Michelle:

Me gustaría regalarte sabiduría, pero no la tengo y vos la tenés en una colección de sesenta y seis volúmenes que caben en tu mano. Evidentemente la has absorbido con más memoria que yo, y seguramente en algún momento me darás con ella por la cabeza para ubicarme. De antemano te agradezco.

Me encantaría regalarte fotos, pero eso no es lo mío. No tengo ni para mí mismo, y lo que busco no es que me recuerdes la cara, sino a mí. Los momentos, las vivencias, las ‘randomly selected provocations’, y demás.

Te daría mi música, pero no te va a gustar, tenés un gusto tan exquisito, que ni yo, que me las doy de tener buen oído, puedo alcanzar. Qué te puedo regalar?

Te voy a regalar una idea: un álbum de fotos mentales en las que derrames tus aprendizajes, frustraciones, obras de arte y angustias, que por increíble que parezca un mundo digital parece ofrecer.

Escribir es como ordenar la ropa de nuestro clóset. Al principio todo es caótico, y tienes que sacar todo de ahí para uno por uno ir ordenando, doblando las prendas y reacomodar. Luego te admiras de ver cómo no era tanto el caos, y lo único que se ocupaba era hacer un nuevo inventario de lo que tenía que hacerse…

Escribir es parecido. Es sacar nuestras angustias, enredos, dudas, ansiedades y crisis internas, doblarlas en un escrito que no es más que un ejercicio para traducir a un idioma limitado una inmensa cantidad de emociones, a ver si otro puede insertarse en nuestros autismos.

Te regalo este clóset Michelle. Vos sabrás cuántas de tus prendas querés compartir, pero yo auguro que tenemos mucho bueno que ver, por que más allá que tu sobrada inteligencia, o tu talento para escribir, podés derrocharnos tus nobles sentimientos, y esos, mas que cualquier otra virtud, son los que muchos queremos ver.

Queremos ver tu proceso de venir, ver y vencer.

Un abrazo. Tu hermano,

D

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